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jueves, 23 de febrero de 2012

Los residuos sólidos urbanos parte-1-A

Fuente  Faba Informa>Doscientos años de historia porteña - Parte I- A-
El Comité de Redacción de Acta Bioquímica Clínica Latinoamericana ha seleccionado este artículo publicado en CIENCIA HOY - Volumen 20 Número 116 (abril – mayo 2010), para su difusión a través de FABA Informa

 Imagen 1 Casucha en la Quema. Foto de HG Olds, colección Mateo Giordano. 1901
María Semmartin, María Laura Amdan, Mariano Fredes, Nadia Mazzeo , Verónica Pierini, Josefina Uijt den Bogaard, Laura Ventura y Jimena Vogrig
Facultad de Agronomía, UBA
Una sintética descripción de las características más salientes de la generación y el manejo de los residuos domiciliarios de Buenos Aires desde la Revolución de Mayo hasta el presente. ¿Qué sucede en otras ciudades? ¿Cuáles son los principales desafíos que presenta el manejo de los residuos en la actualidad y qué soluciones hay para enfrentarlos?
El manejo de los residuos domésticos ha representado un reto para la humanidad desde los comienzos de la vida sedentaria de nuestra especie. Con variantes en su magnitud y tipo, las necesidades de alimentación, vestimenta, protección y entretenimiento de egipcios, griegos, aztecas, incas o chinos han estado asociadas con la generación de residuos, lo mismo que ocurre en los tiempos presentes.
En el caso particular de Buenos Aires, en la época colonial, cuando la ciudad se reducía a unos pocos cientos de viviendas que albergaban un escaso millar de habitantes, la acumulación de residuos domésticos constituía un problema mayor. Los documentos de época revelan los repetidos y frustrados intentos de las autoridades por ordenar su disposición y procesamiento, intentos que no parecen haber sido muy distintos de los que hacen los gobiernos actuales. Sólo cambiaron algunos ingredientes de la situación: las molestias que ocasionaban a los vecinos los animales muertos y en descomposición, diseminados en cualquier zanja junto con desechos de cocina o residuos patógenos de enfermos, se transformaron con el correr de los siglos en el contenido de bolsas plásticas, frecuentemente rotas, con residuos malolientes desparramados por todas partes. Las heces de caballos son ahora heces de perros, y los cirujas devinieron cartoneros, pero el problema es, esencialmente, el mismo.
Una mirada a lo largo de doscientos años de historia sugiere que las autoridades enfrentaban por lo menos tres obstáculos, que siguen vigentes: la indiferencia de los ciudadanos, las dificultades para encontrar técnicas apropiadas de manejo de los residuos y la necesidad de invertir una porción significativa del dinero de los impuestos para resolver la cuestión. El manejo de residuos no sólo tiene una dimensión tecnológica; también implica, ineludiblemente, un intenso y paciente trabajo de educación y la instalación de ciertos valores en las conductas de los ciudadanos.
¿Cuántos y cómo son los residuos de los porteños? 

Si bien la cantidad de residuos domésticos diarios desechados por persona ha crecido moderadamente durante los últimos doscientos años (de 1,1 kg en 1890 a 1,7 kg en la actualidad), la generación total se ha multiplicado, conforme aumentaba la población de la ciudad (figura 1). Las primeras evaluaciones sobre la cantidad de residuos generados en Buenos Aires datan de 1872, cuando se producían unas 73 mil toneladas por año, que crecieron hasta alcanzar más de 600 mil toneladas hacia 1930. Ese incremento acompañó el fuerte aumento poblacional producido, sobre todo, por la persistente llegada de inmigrantes europeos. (ver imagen 1)

 Figura 1. Generación de residuos sólidos en la Ciudad de Buenos Aires desde 1872 hasta el presente comparada con el crecimiento poblacional de la urbe. Fuentes: Prignano 1998 (lectura sugerida), Fundación Metropolitana, Dirección General de Estadística Municipal de la Ciudad de Buenos Aires e INDEC.

Desde mediados del siglo XX, si bien la población de la Capital Federal se mantuvo relativamente estable en unos tres millones de habitantes, la generación de residuos continuó en ascenso, hasta alcanzar 1,8 millones de toneladas anuales en estos tiempos. Lo último sugiere un incremento de la cantidad de residuos por habitante, un aumento del número de personas que trabajan y producen residuos en la ciudad pero no viven en ella (son hoy unos 1,5 millones) o, lo más probable, una combinación de ambos fenómenos. En una escala temporal más pequeña, es posible advertir que la cantidad de residuos guarda estrecha relación con la actividad económica, como lo revela la comparación de residuos y producto bruto interno entre la década de 1980 y principios del siglo XXI (figura 2)


 Figura 2. Evolución de los residuos sólidos generados por la Ciudad de Buenos Aires durante el período 1980-2008 comparada con la del PBI del país en el mismo período. Expresado en pesos constantes de 1993. Fuentes: CEAMSE e lNDEC
A su vez, la composición de los residuos varió notablemente durante estos doscientos años. A fines del siglo XIX, unas tres cuartas partes de ellos eran restos vegetales y animales, cenizas y polvo del barrido de las casas; éste era abundante en tiempos en que buena parte de la ciudad tenía sus calles sin asfaltar. El resto lo componían latas, vidrios, telas, cuero, loza y cascotes. El estiércol también era un componente importante de los residuos, y si bien una resolución municipal obligaba a los vecinos a sacarlo por la noche o por la mañana temprano, muchos lo entregaban a quinteros para abono de cultivos.
Aun analizando un período más acotado, como los últimos treinta años, es posible advertir cambios importantes en la composición de los residuos
(figura 3). La proporción de plásticos, papeles y cartones aumentó en detrimento de la de desechos alimentarios, lo cual refleja la evolución de los hábitos. Es razonable suponer que buena parte de esos cambios se debe a que las personas pasan más tiempo fuera del hogar y consumen comidas rápidas o las reciben en sus casas por los difundidos sistemas de reparto a domicilio de alimentos preparados, precocidos o congelados, todo lo cual implica mayor utilización de envoltorios, bandejas, platos y cubiertos descartables.



En el mismo sentido, las compras diarias de víveres de otrora han desaparecido en beneficio de una única compra semanal, por lo general en un supermercado, con la que las bolsas de feria fueron reemplazadas por el uso masivo de bolsas descartables de polietileno (cuyo uso ha sido objeto de discusión y nueva legislación en los últimos tiempos). Otro ejemplo que explica en buena medida el aumento relativo de los desechos plásticos es el reemplazo masivo de envases de vidrio de agua y bebidas sin alcohol por envases plásticos no retornables que tuvo lugar a comienzos de la década de 1980. El plástico de estos nuevos envases, politereftalato de etileno (PET), representa en la actualidad aproximadamente el 20% de los desechos plásticos de la ciudad, con casi 70 mil toneladas por año.

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